viernes, 31 de octubre de 2008

SUPERVIVENCIA


SUPERVIVENCIA 

A veces me pregunto 
cómo sobrevivo en mi reducto doméstico, 
sonriendo estúpidamente al sazonar la cena 
(que no le falte sal a mis noches
porque vivo atiborrada
de pastillas para no soñar 
y a pesar de todo 
sigo soñando con él, 
aunque no recuerdo su cara, 
ni su voz, 
y sus lágrimas no son más que cristales ilusorios, 
estalactitas de ausencia 
perforando unos ojos 
cuyo color tampoco recuerdo). 
Me pregunto cómo subsisto 
con este agujero tallado en mi pecho, 
con la inquietud saltando, sudorosa, 
sobre la línea pura 
que divide mi espalda, 
con tantas preguntas recamadas de polvo 
y tantas respuestas punzantes 
rasguñando mi garganta. 

Todavía sigo soñando con él. 
Tiene la cara 
de todos los hombres que me amaron 
y la de ninguno. 
Y yo limpio vidrios, 
y me abrazo a una escoba intrascendente,
y sonrío, 
con mi estúpida sonrisa de hembra atrapada 
en un arrecife de pan y manteca 
y cenas preparadas sin esmero, 
porque la vigilia me perdona, a veces, 
y el olvido 
parece posible.

Arte: Ray Caesar 

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